thaumatrope

Wednesday, April 11, 2007

 
BAFICI 2007 - Pelicula VII
L´Udienza è aperta. (2006) Vincezo Marra (foto). 75 min.

“… prender la cámara cuando hay que prenderla, como un especie de experimento…”, dice V. M antes de empezar la función

En todas las películas que vi el día Martes 10, estuvieron presentes sus directores. Fue una suerte, al menos en esta película y en la que la continúa y se describe en el proximo post.
LUEA relata uno de los juicios, a uno de los tantos representares de la camorra (mafia) napolitana, y lo hace concentrándose en el presidente del tribunal, en la fiscal y en el abogado defensor del enjuiciado, “el mas conocido abogado de Nápoles”.
Hollywood ha abusado del espacio de la corte como locación, de los intercambios y muestras de inteligencia de los intérpretes del court room. Quizás desde Anatomy of a Murder (1959) que es la primera que registro, la maquinaria no para de ensayar una y otra vez la misma dinámica. Ahora bien, Marra, tiene durante el registro del juicio la prolijidad de Hollywood, en la posición de la cámara, en la elección de los planos y contraplanos, moviendose atentamente con la velocidad que el tiempo real requiere. Todo el resto, es realidad.

El documental registra el interior de la “justicia”, y permite por ende vislumbrar el estado de la misma, lo cual no es poco. A partir de dos movimientos:
- en los personajes:
Si se quiere se podría volver a editar el film, y establecer un dialogo imperfecto entre los tres personajes de la película, ya que sus declaraciones establecen la presencia de un sentido común, de una forma de ser, para con los otros y para con la justicia en especial. El lugar del poder y de la disputa, la elección de la palabra justa, el cuidado retórico constante, expresado a lo largo del film (más marcado en los dos personajes masculinos) una especie de regla discursiva, de un lenguaje técnico lleno de hipocresía. Cuando esta última (hipocresía) no desdobla el discurso nos encontramos a los personajes desnudos en su sinceridad. Personalidades que no sólo rozan la posición fascista, como el propio presidente de la corte, sino lo primitivo que se cuela a través de la ironía (entendida como comentario sutil y a la vez burlón).
Frente a estas apostillas retrogradas y escandalosas, el publico “independiente” se reía.
Del abogado defensor, sólo diré que defiende a la camorra hace 30 años y que es un gran adulador.
Detrás de los personajes, vemos las oficinas públicas argentinas, las paredes escritas, las puertas cerradas y el ordenanza que no llega. Una sublime “picada” en medio de la sala de reuniones.

- en la sala de justicia.
La sala no es más que el espacio publico para hacer fáctico el dialogo privado. Por ello, como dice P. Mazzola, la película podría entenderse como un making off del juicio en cuestión. Esta posición no es desmerecedora, porque aquello que se encuentra afuera, que es parte de la preparación y de la confección, termina construyendo el mejor cuadro posible del estado de la justicia, que parece ser el tema que señala desde la totalidad el film Vincenzo Marra.

En fin, la justicia no lo tiene. El abogado apela subido lúcidamente a la letra de ley, la fiscal y el presidente sostienen los años en los aplazos justificados por los códigos. Un film sobre la justicia no termina cuando termina el juicio.

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